SexShop Online con Personal Shopper Erótico a tu servicio, los 365 días del año. 

Los precios más bajos "Garantizado" - Pedidos sin importe mínimo

SexShop Intimates.es pone a tu dispocisión más de 20.000 referencias en stock.
Juguetes de moda, lencería de calidad y productos cosméticos para el cuidado personal, que estimularán tus sentidos en nuestra tienda erótica online

Martes, 23 de Abril de 2024, 18:48 

Categorías

Contacta con nosotros

Información & FAQ

Novedades

    Política de Cookies

    Un amante preocupado por mi placer

    Un amante preocupado por mi placer

    ¿Alguna vez habéis escuchado eso de que sin preliminares no hay diversión? Probablemente muchos de vosotros estaréis pensando que se trata solo de un mito, que es mentira o, en el mejor de los casos, que eso se puede reemplazar solo con lubricante. Pero, conmigo, no es así.

    Yo empecé muy joven, ávida por un deseo que se alojaba (y se aloja) en la parte baja de mi cuerpo, una especie de pulsación, de latido interminable pero más fuerte, más potente que el del corazón. Y si bien durante mi adolescencia no hacía más que masturbarme, cuando intenté estar con un chico (lo recuerdo bien, él tenía veintiuno, tres años mayor), me sentí decepcionada… apenas me besó, apenas me tocó, solo se puso sobre mí, casi acostándose y entrando bruscamente, quitándome incluso la posibilidad de procurarme el placer yo misma.

    Con el tiempo entendería que hay amantes egoístas, que más que follar, buscan masturbarse. Pero no todo está perdido, porque como hay amanes egoístas, hay amantes considerados. Los que disfrutan del placer de su pareja, haciéndolo suyo, gozando en tu cuerpo tembloroso y en tu humedad, en tus gemidos y en tu sumisión.

    Recuerdo al primero. Ojos oscuros, pelo corto, espalda ancha. Al entrar a la habitación, comencé a desnudarme, pero me detuvo. Apagó las luces y me pidió que me colocara frente a la cama, dándome la espalda. No había música ni luces, no hacía calor ni frío y él se encontraba detrás de mí, respirando calmadamente en mi nuca.

    De pronto, su respiración se aceleró, volviéndose desesperada. Al mismo tiempo, sus manos comenzaron a tocar mi cuerpo por encima de la ropa. Su boca y su respiración transitaban por mi cuello, mis orejas, mis mejillas, mi pelo y, en última instancia, mis labios. Me acariciaba, me tocaba, se frotaba y yo me estremecía.

    En un momento paró y me pidió que me diera la vuelta. Al hacerlo, encontré sus labios en la oscuridad, que me recibieron primero con delicadeza y conforme despertaba el apetito de ambos, se abrían, permitiendo salir su lengua para encontrarse con la mía. Lo quería cerca de mí, frotándose contra mí, él me atraía y yo lo atraía. Sin darnos cuenta, nos desnudamos.

    Recuerdo recostarme desnuda en la cama y sentir su respiración por todo mi cuerpo. De solo pensar en ello vibro, tiemblo y vuelvo a aquella sensación. Como paseó por cada rincón hasta llegar al centro, el cual aunque ya listo, fue lamido y chupado. Y aunque me encantaba, sentía que el placer mayor lo tenía él, que me devoraba como si quisiera todos mis jugos.

    Entró poco a poco, con suavidad, pero muy profundo. Y en vez de salir entero, se mantuvo ahí, profundo, en una posición donde frotaba su pelvis con mi clítoris, frotándose dentro por completo. En vez de entrar y salir, como todos los demás. Esto se trataba de compenetrar sus genitales con los míos, de que nos sintiéramos uno y que las sensaciones llegaran hasta las raíces y que nos sacudieran, y así hicieron. Entonces me escuché rogando:

    “Lo quiero en la boca, quiero saborearte… quiero saborearme… quiero saborearnos…”

    Lo siguiente que sentí fue él en mi boca abierta, llenándola también por completo.

    Y luego, al encender la luz y verlo satisfecho y sentirme satisfecha, supe que no todos son iguales.

    El fin.