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Martes, 16 de Abril de 2024, 08:55 

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    Reencuentro con mi compañero de clases

    Reencuentro con mi compañero de clases

    Lo peor del confinamiento no había sido quedarme en casa sin ver la luz del sol. Lo peor de todo eran las clases virtuales, donde debía aparentar estar concentrada escuchando al profesor hablar incansablemente. Extrañaba un poco la rutina de ir a la universidad y encontrarme con mis compañeros de clase, especialmente con Armando, un chico nuevo en mi clase, con quien había estado ligando un tiempo.

    Cuando el confinamiento llego a su fin, aproveché la oportunidad visitar la casa de Armando con la excusa de que necesitaba ayuda para ponerme al día con la universidad. Vaya que recibí buena ayuda ese día.

    Toqué la puerta de Armando a media mañana y él me recibió con un short deportivo, el torso desnudo y un beso en la mejilla. Inmediatamente sentí mis bragas comenzar a humedecerse, tenía ganas de sentarme sobre su cara y hacerlo comerme hasta correrme en su boca.

                    —Lindo lugar —dije a modo de cumplido, que él pareció recibir con gusto.

    Me hizo sentarme en el sillón y cuando se inclinó para recoger un cojín que se había caído, aproveché la oportunidad de robarle un beso. Él gimió ligeramente contra mi boca, un poco sorprendido y excitado, correspondiendo mi beso con gusto.

    Un vistazo a su short y pude notar como su erección inmediatamente comenzaba a endurecerse contra la tela. Él sabía lo que yo quería realmente y parecía dispuesto a dármelo.

                    —Antes de estudiar, ¿Qué tal si echamos un polvo? —dije aparentando sentirme despreocupada, aunque estaba ligeramente nerviosa.

                    —Me parece un buen plan —respondió él antes de darme otro beso.

    Sus manos rápidamente fueron hasta el borde de mi camisa y levantaron la tela, revelando mi ropa interior de encaje rosa. Armando se inclinó y chupó a través de la tela mi peso izquierdo, con sus dientes aruñó ligeramente la piel, enviando escalofríos por todo mi cuerpo.

    Brevemente pensé en invitarlo a la cama, pero el sonido de la bragueta al abrirse me hizo olvidarlo todo, excepto que tenía un condón en el bolso. Empujé ligeramente su pecho y me lancé el bolso negro, rebuscando la caja que había comprado antes de entrar en el edificio de Armando. Le entregué uno, sin paciencia para preliminares ni ganas de tomarme el tiempo, quería un polvo rápido en el sofá para calmar un poco el deseo.

    Él lo entendió e inmediatamente se bajó el short, mostrando una polla enorme, venosa y con la punta ligeramente purpurea. La visión me hizo agua la boca y verlo ponerse el condón con naturalidad, me excito más, extrañamente.

    Puedo decir con total seguridad que aquel polvo duro contra el sofá fue el mejor que había tenido en mucho tiempo. Armando, que parecía tan dulce, me tomó de las caderas agresivamente y me hundió la polla completa de golpe. Me folló tan fuerte que el sofá se arrastró por la sala hasta chocar con la pared y me corrí como loca alrededor de esa increíble polla suya.

    Definitivamente, aunque la cuarentena fue terrible, ese polvo para celebrar el final del confinamiento fue algo inolvidable. Ya me pondría al día con la universidad un poco más tarde.

     

     

    Etiquetas relato erótico