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Sábado, 20 de Abril de 2024, 04:04 

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    El juguete que nunca falla

    El juguete que nunca falla

    Era un domingo en la tarde y Sandra junto a Patricia, seguían atendiendo la tienda de sex shop en la que trabajaban, al parecer ese día todas las parejas de la ciudad estaban reunidas en el local, dispuestas a hacer una compra que hiciera la noche un poco más caliente. Las horas pasaron rápido y mientras Sandra cerraba caja, Patricia cerraba la tienda.

                    ―Por fin ha acabado este día ―Suspiro Patricia sentándose junto a Sandra.

                    ―Nos quedamos sin satisfyers ―comentó Sandra riéndose suavemente― debemos hacer que nos traigan más.

                    ―No sé qué le ven a ese juguetito, no creo que sea para tanto ―se quejó Patricia sonándose los dedos de la mano con cansancio.

                    ―Tengo el mío en el bolso ―comentó Sandra mirándola insinuantemente― lo compré esta tarde, antes de que dejaran el almacén vacío. Pensé probarlo al llegar a casa, pero podemos probarlo aquí ahora mismo.

    Patricia miró a Sandra con indecisión, ambas se habían liado un par de veces, pero habían prometido no repetirlo y menos en el sitio de trabajo. Sin embargo, aquel domingo lleno de tensiones y mucho trabajo, algunos orgasmos eran muy tentadores.

                    ―Prometimos no liarnos de nuevo… ―susurró Patricia insegura.

                    ―Venga, que esto es por trabajo. Necesitamos conocer el producto que estamos vendiendo, de lo contrario ¿qué estamos dándole a los clientes? ― Sandra preguntó esto último mientras rebuscaba en su bolso y sacaba la caja con la factura de compra.

    Patricia se mordió los labios mirando el juguete, se trataba del Satisfyer Pro Plus, el que más le había llamado la atención de todos.

    Sandra le mostró la caja y se dirigió al baño, seguida de Patricia. Antes de que se cerrara la puerta, ambas mujeres estaban besándose, las manos ese deshicieron de la ropa y el calor aumentó unos cuantos grados más. Patricia comenzó a jadear cuando la boca de su compañera chupó su pezón derecho con fuerza, ya sentía que sus bragas comenzaban a mojarse.

                    ―Sácate la ropa entera ―ordenó Sandra alejándose de pronto y abriendo la caja del satisfyer para usar el producto.

    Patricia obedeció con manos temblorosas y aprovechó algunos segundos para trazar círculos sobre su clítoris y aumentar su propio deseo.

                    ―Apuesto una tartaleta de frutillas a que te correrás en menos de 3 minutos ―comentó Sandra mostrando el juguete.

                    ―Acepto la apuesta ―comentó Patricia sin aliento.

    Sandra la guio hasta el retrete e hizo que colocara un pie sobre la tapa de éste para abrirse mucho más. El sonido del interruptor excitó un poco más a Patricia y cuando el juguete entró en contacto con su clítoris, ella sintió un subidón de placer increíble.

                    ―Joder ―fue lo único que dijo Patricia agarrándose a los hombros de Sandra.

    Las vibraciones la enviaron a un vórtice de placer al que no pudo resistirse y en un minuto se corrió con un grito y un corcoveo de sus caderas. Sandra sonrió con placer antes de inclinarse para lamer con gusto los residuos de su orgasmo, para luego dirigirse al lavado a limpiar el juguete.

                    ―Quiero mi tartaleta de frutilla mañana, no te olvides ―Exigió Sandra con una sonrisa mirando a Patricia vestirse con las piernas temblorosas.

    Mientras salían del baño, ambas iban pensando en lo mismo: El satisfyer nunca falla.

     

     

    Etiquetas relato erótico