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Viernes, 29 de Marzo de 2024, 15:44 

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    Poder en capsula

    Poder en capsula

    Siempre había pensado que algunas cosas son para cierto tipo de hombres, por ejemplo, los autos caros, la ropa a medida y las tías sexy, con piernas largas y curvas excitantes. Quedan destinada a tíos seguros y finos, con cuerpos trabajados, cara de modelos y carteras llenas de pasta. La pregunta es ¿Qué hay para los tíos como yo? Con barba, bastante delgados, cara de buen chaval, una cartera de la que salen polillas al abrirla y aura de tío agradable pero nada sexual. Hay muy poco, es lo cierto.

    Y en cuanto al sexo específicamente, hay poco que decir, las veces que me había liado con una que otra tía medianamente buena, terminé con polvos sosos y nada calientes. Y es que mi desempeño sexual junto a mi confianza cada día iba más en picada y yo sólo me concentraba en el trabajo, los partidos de futbol y si la noche se alocaba un poco y se volvía excitante, una paja a solas en la ducha. Mi confianza era un asco total y aunque mi cara de niño bueno les encantaba a las mujeres mayores, nunca sentí que mi desempeño sexual pudiera rendir en esas ligas.

    Cierto día, mirando en internet páginas al azar, terminé encontrándome con unas capsulas llamadas MAXplus, según leí en la descripción, se trataba de vigorizantes para caballeros. Antes creía que un vigorizante era lo mismo que una Viagra, es decir, un medicamento para la disfunción eréctil. Luego de leer un poco más descubrí que de hecho era un potenciador sexual, con el cual conseguir mejores erecciones y encuentros sexuales más excitantes, duraderos y fantásticos. Aparentemente te dejaban repetir y repetir en la cama además. Cuando te ofrecen algo así, lo único que puedes hacer es aceptarlo y pagar el precio con una sonrisa.

    Mi orden llegó en tiempo record, por lo que planee una salida al bar más fino y caro de la ciudad, donde me encontraría con mujeres elegantes y de primera clase para pasar una noche excitante con un encuentro sexual de primera. Pasaron tres días, pero cuando llegó el momento de entrar en aquel caro bar, lo primero que hice fue beber una capsula del vigorizante. Sentí un cosquilleo, propio de la emoción y la antelación, luego comencé a relajarme.

    Pedí una copa y me senté, seguro de mí mismo, en la barra del bar. La segunda copa me llegó cortesía de una dama sentada en la zona VIP del local, quien con un gesto me invitó a que compartiera su mesa. Un par de palabras bastaron para concretar lo sexual entre nosotros y desaparecimos del local inmediatamente, en el auto de ella nos comimos a besos, el conductor discretamente puso la radio y los llevó hasta un lujoso hotel por la zona.

    Nos separamos lo justo para que ella pagara la habitación y yo, excitado, no intenté disimular mi dura erección perfectamente dibujada por el pantalón de vestir. Lo que vino después, fue una proeza sexual, fácilmente comparables con la de Nacho Vidal, y es que le di tan duro a esa elegante tía, que en cierto punto me gritó que iba a partirla, así que le di más duro aun. Repetimos varias veces porque mi miembro quería seguri y seguir...

    Al terminar la noche, volví a casa relajado y feliz, me eché en la cama y miré las capsulas de vigorizantes como quien ve a un gran amigo y pensé: “Comienza lo bueno.”